viernes, 23 de abril de 2004

Carta a Don Quijote

Donde andarás Hidalgo, que oyéndome llorar mediaste por mí y por tu falta de prudencia casi muero. Donde andará tu fuerza y tu vigor que de nada sirvieron ante mi amo, cobarde bravucón que látigo en mano prometió clemencia al ver tu lanza y tras perderte de vista no dudó en seguir mi castigo. Más me hubiera valido acallar tus palabras que ver en ellas esperanza. Ahora, en medio del campo estoy, libre pero descalzo. No sé si a otros le servirán tus ideas que yo de esto poco entiendo y sí de llagas y llantos. Amigo, no pidas más por mí y escucha a la sapiencia, que con tanto tino dice “zapatero a tus zapatos” y consigue para otros lo que para mí no hallaste.



Andrés, criado de Juan Haldudo .

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