Llevo varios días buscándome en vano. Siento que no estoy, que no sé por qué ni dónde ni cómo ni por qué. A veces pienso que despertaré y me encontraré y ya no estaré. Entonces no necesitaré saber dónde ni cómo ni por qué.
Mientras tanto miro a los que me rodean como si nunca los hubiera visto, como si nunca los fuera a volver a ver. Mientras tanto nada necesita una respuesta y nada lo es. Mientras tanto oigo cantar a las ranas a 10 metros de mi terraza anunciando la llegada de la primavera y mis lágrimas se mezclan con la sopa que me como sin ganas y miro la tele sin verla. Mientras tanto me levanto por las mañanas y me abrazo a un cuerpo, a un alma para sentir que estoy aquí y no en aquel vagón que explotó en mil pedazos la otra mañana. Mientras tanto me desvelo a media noche y apago la pesadilla por un momento, me levanto, meo y siento que no estoy soñando, y vuelvo a la cama rogando por no volver a soñar.
Si no despierto nunca es que sigo aquí. No me preguntéis ni dónde, ni cómo ni porqué. Yo tampoco lo sé. Ni yo, ni nadie. Y qué.