miércoles, 10 de octubre de 2012

Pompas de jabón



Tengo un amigo que hace pompas de jabón. Después de una vida pensando que el mañana no existía, descubrió en ellas una forma de llenar su espacio, el aire de lo que no existe, de lo que quizás no llegue nunca, de los deseos que no se cumplirán, o quizás sí, como las pompas de jabón.  A base de meter palos en un cubo, y mezclar el agua con jabón, redescubrió lo que significa preparar, y esperar, y abrir los ojos, y llenarlos de lágrimas. De alegría.

Y así, redescubrió que los demás podían verle con esos ojos, ser otro, por una vez o para siempre. Y así, conoció nueva gente, gente que pasa, mira, sonríe y se va, pero quedan, en algún lugar de nuestra retina y nuestro corazón. Gente que se queda y habla, y deja que el corazón y los ojos se les hagan pompas, pompas de jabón, que están ahora y ahora ya no están.

Algunos días le faltan fuerzas para levantarse, cansado de pensar que quizás este sea el último, cansado de no saber con qué llenar la espera. Y entonces, retoma sus palos, echa agua en el cubo y mezcla. Se levanta, se toma un café, echa un cigarrillo y se da un paseo, come, se echa la siesta y al levantarse sale a la calle, con su cubo, se planta en algún lugar, cada día uno diferente. Y hace pompas, pompas de jabón.