miércoles, 23 de junio de 2004

Palabra

Palabra de honor, mi palabra, no tiene palabra, palabra del Señor, sin palabras, palabra. No nos damos cuenta de su importancia, y sin embargo, como con todo, no caemos en ella hasta que nos falta, o hasta que ha sido mal dicha, o se ha dicho en un mal momento, o no queríamos escucharla, o nos ha llenado, o nos ha vaciado.



Dicen que la mejor comunicación es la que no necesita palabras; la palabra es equívoca. Hay quien colecciona palabras y dice preferir unas a otras. Unos adoran la palabra almorrana. Y otros adoran la palabra sinestesia. Y aún otros adoran la palabra somos o No o Sí.



El verbo se hizo carne y la carne sangró hasta gritar su nombre. Por la boca muere el pez, en boca cerrada no entran moscas, si no tienes nada que decir, no digas nada coño, no digas. La palabra más dolorosa es la que no se pronuncia, porque está viva, porque nos tapa la boca. No hay palabra que exprese más que el silencio. ?Silencio ¡Silencio he dicho!?.



Sin palabras no daríamos nombres a las cosas, ni a las personas, ni las meteríamos en un saco, ni en tablas con números a un lado, ni las escribiríamos en una tarjeta de plástico. ?No, no quiero saber tu nombre?.



La palabra nos ha hecho como somos. Este es un mundo de palabras, de ellas. Se puede vivir al margen. Se le puede hacer la guerra. Revolución. Silencio.

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