lunes, 28 de julio de 2003

El sofá



Anoche cuando volvía a su casa se encontró con un sofá usado en medio de la acera. Pensó que vendría muy bien para el cuarto en que vivían. Sudaba mientras lo arrastraba cuesta arriba hasta llegar al piso, a apenas una cuadra.



Cuando los niños bajaron corriendo y saltando sobre el sofá le gritaron “papá, papá, mira papá”, dos lágrimas como olivas empaparon sus pupilas. Se recogió el pelo grasiento, negro y rebelde y sus brazos de indiano izaron un lado del mueble para subir las cinco plantas que le separaban del descanso.



Cuando lo posó al fondo de la habitación vio que no encajaría entre las paredes. Apartó los colchones que invadían el suelo y los puso de pie sobre una de las paredes laterales. Un trozo de pintura se desprendió y cayó al suelo. Se sentó sobre el sofá. A su lado su mujer se sentó junto a él arrodillada y le abrazó. Sonreían mientras los niños volvían a sus juegos. Pronto se acostarían, sin cenar. Esta vez por olvido.



A una manzana de allí un matrimonio discutía sobre el color de la funda para su nuevo sofá.



Javier López Recio

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