viernes, 12 de diciembre de 2003

Nada que decidir (12/12/2003)



Ese día cuando despertó cayó en la cuenta de que no tendría que preocuparse por hacerse el desayuno. Estaba hecho. Tampoco tendría que decidir qué ropa ponerse. No tendría que comprar la comida, ni hacerla, ni fregar los platos. Ese día no tendría que preocuparse más de cómo pagar el alquiler del piso. Ni dónde ir. Ni en qué trabajar, ni pensar de dónde sacar dinero. Ese día no habría nada que decidir. Ni ese, ni al otro, ni al siguiente, ni en muchos días más.



Así, de este modo, mientras miraba al cielo a través de los barrotes, había entendido por primera vez qué quería decir la palabra libertad.



Javier López Recio

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